Eurocopa 2024

Del vigués Diego Diz a Kvaratskhelia en Georgia, rival de España en octavos

Diego Diz militó una temporada en el Samtredia de la primera división de Georgia.
photo_camera Diego Diz militó una temporada en el Samtredia de la primera división de Georgia.
El jugador vigués pasó por el fútbol georgiano y se midió a los internacionales actuales

Hombres anchos, barbas abundantes, lengua indescifrable. Y, aunque estos días el balón esférico es el que está de actualidad, es el oval del rugby el que genera religión en Georgia. Orgullo del país, décimo tercera del ránking mundial y la primera europea tras las del Seis Naciones. “Yo diría que el principal deporte del país es el rugby, incluso la lucha”, admite Diego Diz, el futbolista vigués que en 2020 (año del covid) pasó por la liga georgiana y pudo conocer de primera mano el fútbol del país y sus jugadores: “Me enfrenté a Kvaratskhelia y también estaba Mamardashvili en el Lokomotiv de Tiflis, que llegó a jugar previas europeas. Lo que pasa es que ese no lo reconocí hasta tiempo después que llegó a España. Busqué y me di cuenta que había jugado contra él”. Dos futbolistas que el domingo se enfrentan a España en octavos de la Eurocopa. 

Unos meses en los que el vigués optó por una aventura distinta y admite que, seguramente, se midió a más integrantes de los que están ahora en el combinado absoluto, pero “con lo difícil que es el idioma y los nombres, muchos los olvidaba pronto”. Es la realidad de un país que se independizó de la URSS, pasó su guerra civil después, y mantiene disputas territoriales con Rusia. Ambos países están separados por el inmenso Cáucaso con sus picos de más de 5.000 metros. “Es un país muy montañoso y, de hecho, en el avión me encontré a varios españoles que iban a esquiar allí”, explica Diego Diz. 

De regreso al fútbol, a los campos, militó en el Samtredia, uno de esos equipos de las ciudades pequeñas que luchan contra los grandes de la capital, Tiflis. De hecho, la mayoría de entrenamientos los realizaban en la propia ciudad, a casi 300 kilómetros de la sede del equipo. “El alcalde de Tiflis era Kaladze, el que fuera jugador del Milan, y sí que se notaba que le estaban dando un impulso”, indicó. Obras en instalaciones, campos de fútbol, vestuarios, ya que “los ricos son muy ricos y los pobres, muy pobres. Había clubs ricos que competían en Europa y los otros, de la zona baja, tenían menos recursos. Los estadios, no sé si se podrían llamar así… Algunos vestuarios metían un poco de miedo, pero después también afrontabas partidos en campos como en el que juega España cuando va allí”. 

Muy similar a que vivió Diego Diz en lo referente a la evolución del país. Porque en esa Tiflis entre montañas, con llanura oriental y elevaciones por tres partes de la ciudad que sitúan la urbe entre los 300 y los 700 metros de altitud, “podías encontrar algunos barrios en los que vivía la gente de dinero que eran como cualquier ciudad europea de cierto nivel, pero otros estaban a medio construir y te enseñaban los pisos sin terminar. Igual no tenían cristales en las ventanas o así. Todo se estaba haciendo rápido y de forma un poco alocada”, relata sobre su experiencia de un año en Georgia. 

De regreso al campo, su estancia coincidió con otra fecha clave porque “Georgia jugó previa para ir a la Eurocopa anterior contra Macedonia y ese día se paralizó el país. Nunca se habían clasificado y perdieron. Fue un disgusto nacional. Viven mucho más la selección que el fútbol de clubs”, reitera el vigués. Una situación que predice que se repetirá el domingo en los octavos de final de la Eurocopa. “Seguro que lo están viviendo a tope… Para un país pequeño como son ellos, llegar a esas alturas del torneo, es algo grande y supondrá un impulso para el fútbol allí", describe. 

Unos meses de vivencia con muchas anécdotas y otras que no llegó a vivir porque “el idioma es muy difícil, tiene un alfabeto propio que es como con símbolos rupestres, muy complicado”, admite. Así, se comunicó “en inglés y, como estudié algo de ruso, también en ruso porque es lo que hablan los mayores. Al menos, me servía para guiar al taxista y que me llevara a casa”. No obstante, no todo son inconvenientes porque “mi presidente era el padre de Kaladze y, por suerte, no lo entendía. Era un hombre con poder, a veces pegaba unas buenas broncas y yo no entendía, ponía la cara que ponían los otros”. 

En un país de fútbol en desarrollo, de contrastes, le llamó la atención que “se dedican mucho al vino, que lo preparan diferente a aquí”, y, también, “las aguas termales. Tras un partido nos íbamos a ellas a hacer la recuperación. Aunque más que recuperación, era celebración porque si perdíamos, no nos llevaban. Es de lo mejor que había”, resalta Diego Diz. 

Seguramente, el vigués se sitúe ante la televisión el domingo para observar a Georgia ante España y quién sabe si encuentra algún exrival más además de Kvaratskhelia y Mamardashvili en el combinado del Cáucaso. Lo que seguro que no encontrará sobre el césped es al mito del deporte georgiano Mamuka Gorgodze, también conocido como ‘Gorgodzilla’ por sus 120 kilos y su fortaleza en el contacto. Campeón de Europa de clubs, capitán y mito de su selección de rugby. Sus compatriotas del balón esférico deberán ganar a España y, probablemente, algún partido más para acercarse a su popularidad.

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