Juan Saavedra: “Trabajo para, en mi peor versión, meterme en la final”

Saavedra durante su visita al set de Atlántico TV, donde muestra su carabina de competición.
photo_camera Saavedra durante su visita al set de Atlántico TV, donde muestra su carabina de competición.
Juan Saavedra es tirador vigués y se ha clasificado para los Juegos Paralímpicos de París

Juan Saavedra (Pontevedra, 1973) reside desde hace más de dos décadas en Vigo y ya aseguró su clasificación para los Juegos Paralímpicos de París. Serán los sextos para un deportista que suma una plata (2012) y un bronce (2021) en tiro olímpico con la carabina de 50 metros.

 

 

Ya clasificado para los Juegos de París, ¿cómo fue?

En tiro es un poco peculiar porque somos los primeros en clasificarnos para los Juegos Paralímpicos. En nuestro sistema son pocas plazas por prueba pero son de designación directa. Tienes que quedar primero o segundo en una Copa del Mundo. Se hace con tiempo de antelación porque hay unas tres Copas del Mundo al año y el Mundial es cada dos. Por eso se conceden con mucha antelación. Si eres de los que obtienes la plaza temprano, es algo que da más tranquilidad. Sobre todo, porque la clasificación no llega en las primeras, la presión aumenta. 

 

¿Cómo se llega a practicar tiro olímpico?

Como casi todos los deportes, es un cúmulo de casualidades. Vas probando en otros hasta que llegué a este. Practiqué balonmano, después natación y, por último, alcancé el tiro olímpico. Llegué por unas escuelas deportivas que se hacían en Pontevedra. Probé y vi que no se me daba nada mal. De esto ya hace muchos años. No había redes sociales ni había nada. En la actualidad, es más fácil conseguir información de un deporte, de entrenamientos y así. Pero, en aquellos tiempos, era mucho más complicado. Para buscar cómo entrenar, encontré un libro en la biblioteca de Pontevedra de un tirador coruñés. Y era lo único. Los que tenían información de tiro eran estadounidenses o rusos y esos detalles no estaban disponibles en libros o en la web, como ahora. 

 

Supongo que había un club en Pontevedra y comenzó con sus preparadores.

Claro. Cuando empiezas, es así. Entras en el deporte y te enseña la gente que hay pero, después, al llegar a cierto nivel, te das de cuenta que falta mucho. De eso te enteras a posteriori. Pero claro, cuando comencé, no pensaba ni ir a un Campeonato de España. Creía que iría a uno provincial y poco más. A día de hoy, tengo sistemas de entrenamiento virtuales. Incluso no necesito estar en el campo de tiro para entrenar y, además, dispongo de preparadores a distancia. No necesito que se encuentre conmigo todos los días, podemos hacer una sesión online en la que él ve desde casa lo que hay. El tiro avanzó de tal manera y tenemos tanta precisión que se llega a un punto en el que el ojo humano no llega a apreciar el movimiento. Si me ves disparar, la sensación que da es que estoy completamente parado. Pero sí que me estoy moviendo. Lo que pasa es que son una variaciones tan mínimas que tenemos que usar sensores para detectar esos movimientos. 

 

¿Nota que la gente se sorprende mucho con estos detalles?

La verdad es que sí. Para que te hagas una idea, tú apuntas al diez y, con cada latido de tu corazón, pasas a apuntar al nueve. Y el latido es algo inapreciable, si estás delante de una persona, no miras su latido. Por eso, al estar en competición, tienes que estar escuchando tus propios latidos y coger el ritmo para disparar entre latido y latido. 

 

Dispara en campos de tiro de 50 metros y cada uno es diferente de otro. 

Ahora vengo de entrenar en Francia, en el mismo campo en el que van a ser los Juegos. Después, voy a ir a Croacia y tienes que estar preparado para todo. Incluso, en un mismo campo, no son las mismas condiciones un día a las 8:00 que tres horas después. Se puede levantar el viento o dar el sol de otra manera. Pasa en Granada, por ejemplo. En París llegué el lunes con un día de sol y calor y tres días después había un viento fuerte que era casi imposible hacer un diez. 

 

¿Cómo es la competición?

Tienes la serie previa de clasificación, que es de una máximo de 50 minutos en los que tienes que estar tumbado sin moverte y ahí haces 60 disparos. Ahí te organizas lo mejor posible. En la final, tienes 30 segundos para cada tiro y eso le añade un grado de dificultad. En la ronda por las medallas, tienes un máximo de 24 tiros. Se empieza por diez y, a partir de ahí, cada dos disparos se elimina al que tiene peor puntuación. Por eso, el juego se trata de llegar al final. 

 

Y la diferencia es de décimas. 

No se puntúa por puntos enteros, se hace por décimas. Si uno dispara al diez, puede hacer un 10.5 y otro un 10.7. El perfecto, en el centro absoluto es un 10.9. Todo el diez mide diez milímetros. Como una moneda de céntimo que está a 50 metros. 0.05 milímetros es una décima. A 50 metros, directamente, ya no se perciben esas diferencias tan pequeñas, pero intentas hacerlo lo mejor posible y hacer la puntuación más alta. Disparas a un blanco que es electrónico. La bala pasa a través de unos sensores y te indican la puntuación. A ti te sale en una pantalla. Si, por ejemplo, tienes un punto de margen sobre tus perseguidores en una final, tienes otra tranquilidad. Pero si dispones dos o tres décimas de diferencia, no es nada. En un disparo se puede cambiar y, en una final, es lo que sucede. Una final se gana por décimas, no por puntos enteros. 

 

Se da la circunstancia de que el tiro es mixto. 

En los paralímpicos siempre fue mixto y en los olímpicos, tradicionalmente también lo fue, aunque en Los Ángeles se separó y la idea es de volver. La verdad es que, en un deporte como el nuestro, no hay diferencias. Compiten hombres y mujeres juntos y no aprecias diferencias entre sexos. En Tokio fui tercero por detrás de tres mujeres y, ahora en la Copa del Mundo, le gané a las dos. 

 

Y, aunque sorprenda, usted no es policía ni militar. 

No, no, soy asesor energético y en mi familia no hay tradición de armas ni militares ni nada. Para ser un deporte desconocido, aún es muy practicado en el mundo y en España hay unas 50.000 licencias, que son bastantes. En Francia, en tiro olímpico, hay casi medio millón. Es ampliamente practicado y bastante democrático. No se necesitan grandes instalaciones, cualquiera lo puede practicar. A nivel de competir, puedes comprar una carabina bastante buena, que no son demasiado caras. Puedes encontrarlas por unos 1.000 euros. No es barato, pero te puede durar toda la vida. Y, después, la munición está en 50 balas a unos 5 euros. Esto te permite estar a cierto nivel. Sí es cierto que al máximo, como es mi caso, ya nos vamos a precios muy superiores. Y, claro, yo no disparo 50 balas. En un entrenamiento de nivel, ya hago entre 300 y 500 disparos. Y, después, está la tarea de seleccionar esas balas. Se puede dar la circunstancia de que la munición de un determinado lote vaya bien a mi carabina, pero que en otra no funcione igual. Tengo que ir a un banco de pruebas a Suiza o Alemania para testearla y, al encontrar un lote bueno, adquirirlo. Y lo hago cada vez que termino las balas. Es algo clave y que puede marcar la diferencia. 

 

¿Qué objetivo tiene para los Juegos?

Yo entreno para que mi peor versión me permita entrar en la final de los Juegos Paralímpicos. Un día bueno lo puede tener cualquiera y es algo que pasa, que llega una sorpresa y te gana. Mi idea es estar siempre en la final, que la peor actuación me permita alcanzarla. Y, una vez ahí, ya puede pasar cualquier cosa. Vengo de Croacia y ahí comencé horrible porque en la prueba se me movió el punto de mira. Sin embargo, ajusté justo al principio y el primer tiro fue un 10.6 y el segundo un 9.9. Y, después, pude recuperar. Eso me lo dio la experiencia.

 

¿Se plantea la retirada? 

La verdad es que no. Mientras que me guste lo que hago, creo que voy a seguir. Y, a día de hoy, soy mejor tirador que hace tres años, que hace dos y que hace diez. Mientras vaya mejorando, no veo la razón para dejarlo. No es algo que me planteo y también creo que no es algo que decidas tú. Creo que es el propio deporte el que te dice: hasta aquí. Cuando llegue ese día, pararé y ya está. Eso sí, yo mejoro pero los otros también. Con los puntos que quedé segundo en Londres, no entraría ahora en una final.

Te puede interesar