Toda la prudencia del mundo mostraba ayer José Ignacio Prades antes de la Copa de la Reina que su equipo comienza esta tarde ante el Gijón. Y lo hacía porque sabe lo traicionera de esta competición, las dificultades que entraña y la repercusión de un mal día. No obstante, el preparador también es consciente de que existe ilusión y que dispone de una plantilla que, en estos momentos de la temporada, es de las mejores de España. Igual no por el talento propio, menor que el de cursos precedentes, si no por el punto de forma, la salud física y el refuerzo mental que obtuvo el equipo tras una segunda fase liguera de extraordinario nivel en el que avanzó hasta la segunda posición de División de Honor. En parte por el covid, en parte por las lesiones de otros y, también, por las propias del inicio de curso.
El actual Guardés llegó a Telde con todo el equipo disponible y tras dos meses en los que Prades encontró la tecla deportiva con la defensa agresiva 6.0 con Fani Descalzo como jefa suprema y la compañía de Carla Gómez y al hispano-francesa Sarah Valero sin lesiones. La gala está en un momento dulce y decide a ambos lados de la pista. También, sin ser el mejor punto del equipo, la portuguesa Patricia Lima se encuentra en el momento de regularidad y es la central que necesitaba y añoraba el Guardés. Fueron muchos años bajo la batuta de Estela Doiro. Su sombra en el juego comienza a difuminarse. El desparpajo de Arcos y la aportación de laterales y extremos, todas en un buen momento, invitan a pensar en grande a un Guardés que inicia su andadura ante un Gijón mermado por la baja de su cerebro, la lalinense Cecilia Cacheda.
No obstante, el equipo asturiano leva dos meses pensando en el partido de esta tarde y el Guardés una vida en la Copa de la Reina, su competición maldita. No sabe lo que es llegar a la final y no pasa de cuartos desde 2017. En el horizonte, en una posible semifinal, el Rocasa Gran Canaria o el Aula Valladolid. El Bera Bera, el gran ogro, va por la otra parte del cuadro.n
