San Blas, entre multitudes

Mucha animación en el San Blas de Bembrive, ayer.
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Furanchos y religión en la romería de Bembrive

Bembrive se convirtió ayer en el centro de la fiesta en Vigo. La principal romería urbana del invierno atrajo a miles de personas para honrar a San Blas tanto en la iglesia como en los furanchos, que abrieron por último día tras un mes despachando, el primero tras la pandemia. El día soleado fue el aliado perfecto para que la parroquia fuera el destino preferido de festeiros llegados de toda la comarca, aunque sin alcanzar los llenos absolutos de antes del covid.

 

 

Con foliadas espontáneas a cada paso, las gaitas y los bombos competían con la música de la banda de música o con los cantos religiosos que salían desde la iglesia románica, donde al mediodía se celebró la misa solemne. Con el obispo, Luis Quinteiro Fiuza, como principal oficiante de los oficios, el párroco de Santiago de Bembrive, Jesús Barros, señaló que San Blas “es el santo gallego de hoy y de mañana”, destacando la devoción que genera “sólo en Ourense hay 23 parroquias ofrecidas a su advocación, aunque los fieles hayan bajado con la pandemia”. Agradeció a San Blas que después del parón impuesto por las autoridades sanitarias, “se haya podido recuperar esta fiesta en todo su esplendor, una de las más importantes de Vigo y en la que llegamos hasta aquí uniendo la celebración religiosa con la popular, por eso le pedimos poder mantener esta tradición sagrada y fundamental de nuestros mayores”.

 

 

Tal y como hizo en la víspera el párroco de San Andrés, Benito Rodríguez Guerreiro, durante la celebración de As Candelas en Castrelos, Barros tuvo unas palabras para el difunto Manuel Janeiro, párroco de As Neves y de Santa Marta, cuyos restos se enterraron ayer. “Era un hombre de liturgia y muy devoto, este año cumplía, al igual que yo, las bodas de diamantes como sacerdote, 60 años, que no es poca cosa; a San Blas le pedimos que haya jóvenes que sientan la llamada de Dios”.

Tras los oficios y cumplida la tradición de bendecir el pan y las rosquillas, la procesión rodeó el centro de la parroquia con Santiago abriendo la comitiva, detrás San Blas, con los pañuelos de romero. Los porteadores, que llevaron las imágenes a hombros, fueron sustituidos a medio camino, apuntándose entre otros, el exalcalde, Manuel Pérez y Carlos Borrás, delegado episcopal y secretario del Cristo da Victoria, quienes hicieron el último tramo con el santo del día.

Una vez repuesto en su lugar, los fieles al poder curador de San Blas guardaron turno para rozarle paños, pañoletas y estampitas con la esperanza de protegerse contra los males de garganta.

La romería de San Blas convierte cada año a Bembrive en un escaparate social. No faltó a la cita el alcalde Abel Caballero, que fue fiel a su sesión de bombo en la foliada de la Praza do Mosteiro, a la que también acudió, aunque de espectador, el concejal Xabier Pérez Igrexas, del BNG. La delegada de la Xunta, Marta Fernández Tapias, acompañado por el portavoz popular en el Concello, Alfonso Marnotes, participó en los actos religiosos, donde Ángel Rivas, edil de Festas, acudió como representante del gobierno local.

El Valedor do Cidadán, Luis Espada, también se dejó ver en la romería, al igual que representantes del movimiento vecinal como Fiz Axeitos, del Casco Vello o Gregorio Álvarez y Nieves Lorenzo, de Valadares.

Las peñas empezaron a llegar unas horas antes de la comida para hacer el ya habitual recorrido por los furanchos. Con la “cunca” colgada del cuello, paraban a tomar un vino con una tapa, principalmente de “marisco de cortello” (distintas modalidades de preparación de la carne de cerdo). Gaitas y panderetas compartieron itinerario hasta la hora de comer, con el cocido como producto estrella. Para tener mesa en un establecimiento de Bembrive, las reservas ya lleva cerradas en los furanchos desde hace semanas, al igual que en los restaurantes cercanos.

La fiesta se prolongó hasta la noche con los que se incorporaron después del trabajo llenando los aforos. Había ganas de San Blas y costó despedirse hasta el año que viene.

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