Un rodeo a Matamá por San Amaro

A la izquierda, la procesión lleva a San Amaro a la capilla en la plaza que lleva su nombre. A la derecha, Abel Caballero y David Regades saludan a los vecinos en la fiesta del cocido.
photo_camera A la izquierda, la procesión lleva a San Amaro a la capilla en la plaza que lleva su nombre. A la derecha, Abel Caballero y David Regades saludan a los vecinos en la fiesta del cocido.
El patrón, abogado de los enfermos de reuma, regresó a la capilla de la plaza que lleva su nombre tras una pequeña procesión alrededor de la instalación religiosa; un centenar de fieles lo acompañaron en su travesía

Dicen que San Amaro (San Mauro en gallego) puede curar las enfermedades derivadas de los huesos si se tiene fe en él. Los vecinos de Matamá lo saben, y la segunda semana de enero le demuestran su devoción. Ayer, un centenar de personas celebraron la romería de San Amaro en la parroquia viguesa, con el traslado del santo desde la iglesia hasta su capilla, instalada en la plaza que lleva su nombre. La lluvia respetó las plegarias de los fieles y no descargó el anunciado diluvio por los meteorólogos, al menos, hasta que el santo estuviese a cubierto. 

Ya desde muy temprano, algunos vecinos fueron a cumplir con la tradición. Esta dice que, para pedirle ayuda y salud en enfermedades relacionadas con la reuma o los huesos, el fiel deberá tomar una o varios exvotos de la capilla que simbolizan los brazos y las piernas, talladas en madera por un artesano local o hechas de cera. Con ellas, se deberá dar tantas vueltas a la capilla como se desee, siempre en número impar. Algunos vecinos aseguraban que, salvo el parón por el covid, acudían cada año a su cita con la tradición: “Llevo 58 años en Matamá, y 57 cumplí con San Amaro”, afirmó una devota. Pero todo ello no sirve de nada "si no se tiene fe. Yo creo en él, y me ayuda. Le pido y hace, pero lo importante es que se confíe”. Ya sea para sí mismo, para hijos o para nietos. Y es que algún joven también cumplió con la tradición. 

 

 

No faltó la música. Si la festividad comenzó el pasado sábado a ritmo de grupos locales como Setecuncas o A Vacaloura Vermella, ayer lo hizo bajo el sonido de la banda de gaitas Atlántida de Matamá. Acompañaron al santo desde su salida de la iglesia de San Pedro, ubicada a escasos 50 metros de la capilla, tras una misa en su honor. Detrás, un centenar de personas realizaron el rodeo con él. Una vuelta, número impar. La imagen del santo, portada por dos hombres y dos mujeres, se colocó en una repisa dentro del centro religioso para que fuese venerada por todos. Y así fue. Los fieles se agolparon para pedirle ayuda por un accidente sufrido, por seguir manteniendo la salud o, simplemente, para inmortalizar el momento.

 

 

 Tras los actos religiosos, otra cosa que no podría faltar en la primera romería del año es la gastronomía. La fiesta del cocido, que cumplió su tercera edición, congregó a vecinos y acompañantes de parroquias limítrofes para degustar uno de los platos más típicos de Galicia en invierno. El alcalde, Abel Caballero, no se quiso perder el evento, acompañado del miembro en el Congreso de los Diputados David Regades. Hoy, día grande con charanga, misa solemne y exposición fotográfica.

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