Campanas que llaman a misa a ritmo de rumba en Coia

Mateo Vázquez, en el campanario de San Martiño de Coia, donde toca manualmente desde diciembre.
photo_camera Mateo Vázquez, en el campanario de San Martiño de Coia, donde toca manualmente desde diciembre.
Mateo Vázquez, vecino del barrio y el campanero más joven de Galicia, tocó un repertorio especial por la Consolación

“Para llamar a misa toco las notas de la rumba aplicadas a la campana, no creo que sea el primero, según las zonas el estilo es distinto, también hay toques de jota o de muiñeira”. Con esta idea subió Mateo Vázquez al campanario de San Martiño de Coia, parroquia en la que provoca el tañer los domingos desde el pasado diciembre. Hizo las tres llamadas reglamentarias: 30 minutos antes de los oficios, 15 y justo al empezar; también acompañó la procesión de la Virgen de la Consolación y el momento de la consagración, como era costumbre.

 

 

Al ser fiestas, la comisión lo invitó a participar en homenaje a la reciente catalogación de Patrimonio Inmaterial de la Unesco el toque manual de las campanas. Para la ocasión, Mateo preparó un repertorio especial que incluyó dos repeniques propios de la zona de Vigo: uno al estilo de jota amuiñeirada y otro, en el que la respuesta de la campana pequeña al toque constante de la grande es más barroco, “con florituras”. “En Coia tenemos suerte porque las dos campanas son de talleres distintos, la grande fue hecha en 1928 en Salamanca y la pequeña, en 1953 en Caldas de Reis; eso les aporta diferentes perfiles y fundidos de bronce, dándole mayor variedad de vibración y potencia”.

Con 16 años, Mateo Vázquez es el campanero más joven de Galicia. Finalizó primero de bachillerato en Ciencias biológicas en el instituto politécnico y quiere estudiar fisioterapia o medicina forense. Compagina sus estudios con su gran afición, tocar las campanas. Con el oficio de sacristán en decadencia, desde que empezó a tocar en la Concatedral y en Bouzas, cada vez más párrocos de la diócesis reclaman su servicio. Ayer por la mañana acudió a Crecente, pero solo en Vigo toca regularmente en el Casco Vello, Bembrive, San Andrés de Comesaña, Alcabre, Coia y desde la semana pasada en Matamá. Está invitado en el santuario de Fátima y en San Miguel de Oia. “Puedo ir gracias a mis padres y a mis abuelos que llevan a las iglesias, a veces también voy con el cura”.

El sonido de las campanas lo acompaña desde pequeño. “Mis padres me ponían vídeos en Youtube para que me tranquilizase y a los 3 años toqué por primera vez la campana pequeña con mi abuelo en la aldea familiar, San Isidoro de Posmarcos (Pobra do Caramiñal)”. Con seis repenicó con el sacristán de Lampón y con 9 se estrenó con las grandes. “Acabé agotado por el peso, pero fue el día más feliz de mi vida”, afirma. Allí aprendió los primeros toques, luego amplió el repertorio a base de escuchar por las parroquias y en las procesiones. 

Su receta: “Tener memoria, coordinación, buen oído y ritmo para llevar el compás”.

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