Abraham Martínez: "El órgano es una máquina compleja, siento que tiene alma"

Abraham Martínez.
photo_camera Abraham Martínez.

El lunes ofrecerá un concierto de órgano en la catedral de Tui

Profesor de música de órgano, intérprete y restaurador, compagina estas actividades con Clarines de Batalla y su participación en la Fundación Alqvimia Musicae con Beatriz Rivas, con la que desarrollará una experiencia visual  el domingo en el Convento de Gandei (Valença) y el martes, en la plaza tudense de San Fernando. El lunes ofrecerá un concierto de órgano en la catedral de Tui.

 ¿Ya conoce el órgano de Tui?

Lo primero que voy a hacer es dar una vuelta por la catedral, el espacio condiciona en gran parte la improvisación, inspira a la interpretación y también favorece una acústica propia. Como las personas cada órgano es único. El público no va a asistir a un concierto, va a acudir a una conversación que mantendré con el órgano.

¿Por qué es tan especial?

Es singular en todos los sentidos. Es la máquina más compleja que se desarrolló antes de la revolución industrial. Pero además, engloba todas las artes, con valor escultórico y cuestiones tanto físicas como químicas. No es mejor, ni peor que el resto de los instrumentos, es diferente. Tiene algo especial, aunque solo sea por estar vinculado durante tanto tiempo a un espacio sagrado. Respira esa atmósfera creada por la energía de las oraciones, la disuelve,  recicla el contenido del espacio. Impresiona no solo si se toca fuerte, sino en los detalles.

¿De dónde viene esta relación?

Hablo desde lo que conozco. Llevo tocándolo desde los 16 años y tengo 45. Es así como lo siento. Para mí los conciertos son conversaciones, algo efímero, un compendio de todas las artes.

¿Por qué una misma pieza puede sonar tan distinta?

El órgano no tiene un único sonido. Tiene diferentes registros y cada uno forma una familia de tubos. Unos bastoncitos son los que permiten que el aire entre o no por los tubos, dependiendo de cuales estén abiertos la pieza puede sonar de una manera o de otra. Un mismo repertorio puede sonar completamente diferente.

En su caso es también organero, ¿cómo le influye a la hora de tocar?

Soy constructor y conozco los órganos a nivel muy profundo. Me hace ver las cosas de forma diferente. Es como ser psiquiatra y médico general. Cuando me siento en la consola, me puedo imaginar su mecanismo, las partes que tiene. Muchos organistas ejecutan las piezas buscando el virtuosismo. Es todo lo opuesto a lo que intento, que es no someter al instrumento, tratarlo de igual a igual. No lo veo como una simple máquina. Siento que tiene alma, guarda la energía de todos los organistas que los tocaron. En su origen era una herramienta para hablar con la divinidad.

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