El Templo Votivo agoniza mientras Patrimonio lo evalúa

Humedades, verdín y un rosetón ‘apuntalado’ presiden la entrada principal a la iglesia de Panxón.
photo_camera Humedades, verdín y un rosetón ‘apuntalado’ presiden la entrada principal a la iglesia de Panxón.
El mal tiempo de finales de año agudizó su deterioro mientras su párroco aguarda los resultados de las pruebas realizadas hace menos de un mes por los técnicos 

A una de las obras insignes del arquitecto Antonio Palacios en el Val Miñor los años le levan pasando factura desde hace décadas. El Templo Votivo del Mar resiste las inclemencias a duras penas, con humedades en forma de filtraciones y grietas que en los últimos meses no han hecho más que ir a peor por el mal tiempo, desconchones en el hormigón de los encintados y vidrieras y un verdín en su interior que parece haberse instalado a perpetuidad en el conjunto. Este contexto es una fuente constante de dolores de cabeza para su párroco, don José Diéguez Dieppa, que con ayuda de los feligreses trata de mantener a flote un barco que de no actuar acabará yéndose al fondo del océano. 

Tras años reivindicando una actuación integral, parece que la Administración autonómica está moviendo ficha. Hace menos de un mes, Dieppa recibió la visita de unos técnicos que según explicó venían de parte de Patrimonio, realizaron unas catas en la piedra y un estudio de fotometría sirviéndose de drones que examinaron palmo por palmo el exterior y el interior del conjunto. Por el momento sigue a la espera de la elaboración del informe que marque la estrategia de rehabilitación que no solo garantizará su integridad, sino que también devolverá el esplendor a la obra del célebre arquitecto porriñés catalogada por muchos como una de las iglesias más importantes de Galicia. 

Mientras Patrimonio no se pronuncia, asociaciones como Amigos de los Pazos y diversos grupos políticos presionan para que de una vez por todas se tomen medidas al respecto. Unos envían escritos a las autoridades políticas y otros se ‘pelean’ en el Parlamento, entre reproches el tiempo sigue corriendo en contra.

Desde hace años su rosetón principal, así como sus vidrieras están enfundadas con mallas de metal para evitar desprendimientos, unas de las balconadas interiores muestra un deterioro crítico en su base debido a la corrosión interna de los nervios metálicos, visibles, que al hincharse acabaron reventando su recubrimiento de cemento y la cara interna de la piedra está visiblemente mojada, incluso con musgo. Si todo esto no fuese poco el mal tiempo de finales de año e inicio de 2023 se cebaron como nunca con la construcción, Dieppa todavía recuerda horrorizado auténticas cascadas de agua colándose al interior de la iglesia. “Fue algo increíble”, relata. A consecuencia de ello empezaron a desprenderse partes de la placa que separan las diferentes alturas de la torre y varios de los confesionarios que ya estaban afectados por polilla recibieron su toque de gracia, acabaron pudriéndose y hubo que retirarlos. “No puedo colocar los nuevos, así que toca esperar”, mantiene. Ahora solo queda una dosis más de paciencia, que compagina con los trabajos de mantenimiento del conjunto como la reposición de tejas rotas o el limpiado de canalones. 

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