Multitudinaria romería de As Pascuillas

La lluvia impidió la procesión por lo que la misa fue en una abarratoda carpa en que se situaron las vírgenes y santos, a la derecha de la imagen.
photo_camera La lluvia impidió la procesión por lo que la misa fue en una abarratoda carpa en que se situaron las vírgenes y santos, a la derecha de la imagen.
Afluencia masiva de miles de romeros al santuario de A Franqueira con 60 vírgenes y santos de la comarca pese a la lluvia, en una gran cita religiosa y gastronómica

La sagrada imagen de la Virgen del Rosario es la que, cada primavera, va dando la bienvenida una a una a las procesiones parroquiales que con sus santos y vírgenes van llegando al recinto del Santuario de A Franquiera el lunes de Pentecostés. El origen del rito de bienvenida se pierde en el tiempo: cruces, estandartes y pendones de cada parroquia, que según van llegando, se inclinan y entrecruzan por tres veces y lo mismo hacen los porteadores de la Virgen del Rosario de Achas  -siempre la primera en llegar-, que salen al encuentro de los visitantes a los que saludan con tres genuflexiones. Y ayer, a pesar de la lluvia y muy apretados, las imágenes fueron llegando y colocándose bajo la carpa instalada en el Outeiro.

 

 

Cada año es una parroquia visitante la que hace la ofrenda a la Virgen de A Franqueira, salvo ayer que, tácitamente, la ofrenda fue general, de todos los romeros. Una ofrenda que simboliza valores como la fraternidad, el amor, el respeto, y en este 2022, más que nunca, “La Paz” ante la guerra de Ucrania que estuvo presente en plegarias y misas. La solemne, a mediodía, fue oficiada por el Obispo, Luis Quinteiro, y el rector-párroco de A Franquera, Javier Alonso.  Pero lluvia impidió la salida de la procesión y tampoco hubo despedida a la Virgen de A Franqueira que esperó en vano, vestida de gala con su manto blanco, los “adioses” de las imágenes parroquiales que habían subido a verla y saludarla. Toda la celebración se limitó al espacio de la carpa del Outeiro, abarrotada de imágenes y fieles devotos que apenas podían moverse en un espacio que se quedó demasiado pequeño y agobiante.                      

La persistente lluvia que, sin embargo, no fue impedimento para que miles de romeros disfrutasen, un año más, de  As Pascuillas, tradición muy antigua que una vez al año por primavera se revive en A Franquiera, sí complicó la jornada de romería sobre todo a la hora de la comida campestre que tuvo que hacerse bajo carpa. Otras personas, bajo los paraguas, degustaron como pudieron  pulpo á feira y carnes a la brasa cocinadas en los puestos ambulantes instalados junto a otros de rosquillas, quincalla, y recuerdos. Hacia las cinco de la tarde, empezó a despejar y el sol hizo guiños a la última imagen que emprendía el camino de vuelta a su parroquia de origen.

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