Madrid acogió estos días el IX Encuentro de la Red Solidaria de Jóvenes de Entreculturas, en el que participaron 250 jóvenes de once países de América Latina, África y Europa. La delegación de Guatemala, formada por la profesora Karen Mejía y los jóvenes Diógenes del Donis y Alexandra Mejía, se desplazó ayer a Galicia para participar en charlas con escolares y universitarios y reunirse con políticos gallegos.
¿Qué destacan del encuentro en Madrid?
Diógenes (D): Para mí fue muy útil, vimos cómo trabajan en otros países.
Alexandra (A): Destacaría la conexión entre los jóvenes, en esta red podemos hablar libremente en un entorno seguro y nos sentimos familia a pesar de la diversidad, había jóvenes de Chad y de Congo.
Karen (K): Me quedo con la fuerza y el valor que tienen, y sus ganas de cambiar el mundo.
¿Cuáles son los retos en su comunidad y en el mundo?
D: En Guatemala uno de los problemas más graves es la desigualdad económica, hay muchas familias que no pueden comer correctamente todos los días o ir a la escuela por necesidades económicas. A nivel global tratamos sobre la salud mental y la casa común, no se le da suficiente importancia.
A: Guatemala es un país con una gran diversidad cultural, en la que se vive la emigración forzada, la discriminación y la falta de oportunidades. A nivel global también hablamos de la paz y la discriminación de género.
K: A estos retos hay que añadir la educación.
¿Qué les preocupa del medioambiente?
A: Yo vivo en una comunidad rural en Guatemala. Vemos la forma de concienciar sobre el cuidado de la casa común, reutilizando el agua para regar las plantas, sembrando y cuidando lo que cultivamos.
K: En las ciudades hay mucha contaminación. Hay que trabajar con los jóvenes para lograr un cambio, aunque lleve tiempo.
¿La salud mental empeoró con la pandemia?
D: Lo viví de cerca. Con la pandemia tenía 12 o 13 años, pasé gran parte de la adolescencia encerrado y yo era muy sociable. Cuando volví a la escuela fue un shock, me era muy difícil hablar con las personas.
A: No se da importancia a la salud mental. Muchos jóvenes no quieren ir al psicólogo porque dicen “yo no estoy loco”, pero no es eso, no nos paramos a pensar cómo nos sentimos y cómo nos afectó la pandemia. A mí cuando me dio covid sentía que me iba a morir, no respiraba bien y pasé un tiempo en depresión.
K: En el centro educativo en el que estoy, en San Cristóbal Mixco, teníamos jóvenes queriendo quitarse la vida o se hacían cortes. Llamamos a los padres y llegamos a un acuerdo con una Universidad de Guatemala para que los estudiantes de Psicología hiciesen prácticas en el centro. A simple vista pensábamos que muchos jóvenes no tenían problemas, pero sí los tenían. La juventud apostó en este foro por la salud mental, por cuidarse uno mismo y así poder con los otros problemas.
¿Por qué tomaron la decisión de hacerse activistas?
A: Yo no sabía lo que era, te das cuenta en el camino, y al principio no quería porque tenía muchas tareas. Entré y me encantó. Hay muchos desafíos en el mundo y tenemos que ver la forma de ayudar, puede parecer que son insuperables, que no tienen salida, pero realmente la tienen y juntos podemos hacer cosas inimaginables. Queremos un mundo más justo, equitativo y donde todos sean escuchados.
D: Yo entré por la pasión que me transmitieron mis hermanos, ellos se unieron hace tiempo y me gustaba lo que vivían y cómo se relacionaban con la gente. Es una experiencia que no había imaginado vivir.
K: En mi centro trabajamos casi once horas diarias, me surgió esta oportunidad en 2018. Es un extra, pero me apasiona el trabajo con los jóvenes, no importa el tiempo.