Episodios vigueses
Cuando la Asociación de la Prensa recibió la Medalla de oro de la ciudad
“Ya no podemos más, esta situación es insostenible”, aseguraba ayer el presidente de la comunidad del número 39 de la calle Numancia. Desde hace veinte años, los residentes de este edificio del Calvario llevan soportando una convivencia que de difícil ha pasado a ser insoportable por culpa de la venta de droga en uno de los pisos.
Los vecinos han denunciado en numerosas ocasiones el ir y venir de personas en el edificio “a todas horas. Llegan a entrar cerca de un centenar a diario” por el trapicheo, así como las peleas, incidentes, “orines en la escalera”, y una serie de episodios que hace que la Policía les visite con bastante frecuencia.
Ayer, volvieron a plantarse después de que la noche anterior hubiera un nuevo altercado en el edificio. “Hubo una pelea entre los que van a este piso y vaciaron un extintor por todo el rellano. La Policía nos dice que no puede hacer nada".
Hartos de hacer pública su pesadilla y de haber tomado todas las medidas posibles, lanzaban ayer a la desesperada una nueva petición de auxilio. “Por favor, que algún juzgado tome medidas, que alguien nos ayude, que pongan vigilancia, que acaben con esto de una vez, porque aquí viven familias con niños”, explican, mientras inciden en que al presunto responsable, que es propietario, “lo han detenido varias veces, la última hace unos días, pero el problema es que lo dejan libre y vuelve a las andadas y con él ya no se puede hablar”.
Entre las medidas adoptadas por esta comunidad está el cierre del ascensor, que se activa con llave, “teníamos que descansar porque el subir y bajar era constante”, pero además “ahora salimos y entramos por el garaje para evitar el portal, ”nos da miedo incluso subir por las escaleras por lo que nos podamos encontrar".
Aunque el trapicheo comenzó, según cuentan, hace veinte años, no fue hasta hace un par de ellos, cuando la situación se agravó. "Antes era más o menos soportable, ahora ya no y no sabemos que más podemos hacer.
Pese al temor que les genera todo lo que llevan tiempo sufriendo, los vecinos no se rinden y vuelven a dar la cara, después de la última intervención policial. “Estaba todo el rellano y las escaleras llenas de polvo blanco del extintor, después de la trifulca”, incidían. Confían en que de una vez por todas se tomen medidas para “recuperar la convivencia”.
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