Opinión

Los que dan titulares

Es fácil que los periodistas mantengamos entre las peticiones expresadas en nuestros escritos, aquella que aboga por mantener el mayor tiempo posible a personajes que mantienen un permanente idilio con el exceso y la salida de cauce. La tesis, abundantemente manifestada por otra parte, podría resumirse apelando al hecho de que personajes así siempre dan titulares. Acabo de leerla, expresada con verdadero fervor, a un admirado y veterano compañero especializado en el periodismo político del que, sin duda, es uno de sus practicantes más celebrados. Lo hacía tomando como referencia al ministro de Transportes, Óscar Puente, al que trataba de charlatán y bocazas sin otras prendas mayores, y al que ni siquiera consideraba con suficiente entidad política como para suponer que sus continuas salidas de tono formaban parte de una estrategia superior encaminada a librar de la presión crítica a su patrón Pedro Sánchez. Sin embargo, insistía también en la bendición que para los periodistas constituía un ejemplar como el que  Sánchez ha colocado en tareas ministeriales. El avezado colega aseguraba tener razones que no podía manifestar por el momento pero que demostraban que el ministro se comportaba así de motu propio y no por mandato de un operativo diseñado para proteger al presidente. El firmante concluía pidiendo por Dios que nunca se cesara a Óscar Puente.
Es posible que así sea y que no exista un plan preconcebido en los disparates de Puente y que todo se deba al afán irresponsable del personaje. Es todavía peor y nunca estaré de acuerdo en la tesis de que hay que fomentar estas presencias porque cada vez que abren la boca ofrece un titular de portada. Los periodistas no solo somos ciudadanos como todo el mundo, sino que nuestro oficio nos exige contraer un compromiso con la sociedad a la que servimos que nos implique en su constante mejora y nos obligue a denunciar los comportamientos que no contribuyan a cumplir este trascendental encargo. Ahora que desde el poder se está fomentando la terrorífica demanda de  controlar a los periodistas y ejercer la censura previa, hay que redoblar el esfuerzo por cumplir nuestra misión y exculpando personajes como Puente este sagrado fin no se logra. Por muchos titulares que este personaje ofrezca y mucha boca, no merece estar donde está. Y a nosotros no nos queda otra  que contarlo. Aunque se ponga peligroso hacerlo.

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