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En la trastienda del Celta

Eduardo Fernández, el encargado de material del Celta, esta semana en las instalaciones de A Madroa.
photo_camera Eduardo Fernández, el encargado de material del Celta, esta semana en las instalaciones de A Madroa.

El utillero Eduardo Fernández ha vivido más derbis que cualquiera de los jugadores celestes

Ningún jugador de este Celta ha vivido tantos derbis como Eduardo Fernández, encargado de material del equipo desde la temporada 2002/2003. Llegó al club vigués en una campaña histórica, en la que el conjunto celeste  se clasificó para disputar la Liga de Campeones por primera (y hasta la fecha última) vez en su historia. Sin embargo, asegura que no ha vivido otra época tan buena como la actual ni ha convivido con otro vestuario tan unido como el de estos últimos años. Después de más de una década en el club, donde también trabaja su mujer, Eduardo lo tiene claro: "El Celta lo es todo para mí y para mi familia".
Eduardo Fernández llegó a jugar al fútbol en Tercera División. Defendió los colores de equipos como el Gran Peña, el Coruxo, el Candeán y el Pontellas. Un pasado que le ha ayudado en su actual profesión, pero que no explica su llegada al Celta. Con la temporada 2002/2003 en curso, Nino, entonces utillero celeste, cambió de puesto y dejó el suyo libre. Por medio de su mujer, que ya trabajaba en el club, Eduardo supo de la vacante y ahí comenzó su aventura: "Entré ese año a prueba y aquí estamos, catorce temporadas después".
"Llegué un poco asustado", recuerda. "En el equipo estaban Mostovoi y toda esta gente, a los que veía hasta entonces desde fuera como un aficionado más, y sinceramente estuve cuatro o cinco meses sin hablar a nadie, ojeando. Al final te das cuenta de que era un vestuario fuerte, de mucho peso, pero igual que el actual. La diferencia es que cuando ahora llegan nuevos jugadores, yo ya estoy, y de aquella el nuevo era yo. Pero bueno, todo el mundo me trató genial desde el principio", rememora Edu, como le conocen en el vestuario.
Recuerda también la primera vez que viajó con el equipo: "Fuimos al Calderón y le ganamos 0-1 al Atlético con un gol del Toto Berizzo". Entonces, al argentino ya le veía madera de técnico. "Lo recuerdo igual como jugador que como entrenador. Ya era un loco del fútbol. Hay jugadores que llegan, entrenan, se duchan y se van, pero a él ya le gustaba ojear, observar, mirar, la táctica del fútbol… Era un futuro entrenador", señala.
Edu es el primero en llegar a las instalaciones de A Madroa cada mañana. "Después, hay una competencia entre Sergio y yo para ver quién marcha el último. Muchas veces me gana", bromea. Prepara la ropa con la que los jugadores entrenan a diario –"mi trabajo está bien hecho si no me tienen que pedir nada cuando llegan"– y el material que el cuerpo técnico necesita en cada entrenamiento. Durante la sesión, es habitual verle corriendo de un lado a otro para hacerle la vida más fácil a todos los que le rodean. Y al final, toca colocarlo todo en su sitio hasta la mañana siguiente.
Cuando llega el partido, él es el encargado de preparar el material que hay que llevar al estadio. En desplazamientos como el de mañana a Riazor, el Celta se lleva a cuestas unos 300 kilos, 350 si es en invierno. Camisetas (cuatro para cada jugador), pantalones (dos por futbolista), medias (treinta pares), botas (tres o cuatro pares para cada uno), espinilleras, chanclas y un largo etcétera.
Mañana espera un partido especial para cualquier celtista. También lo es para Eduardo, aunque asegura que el tiempo le ha ayudado a vivirlo de un modo más calmado. "En los primeros derbis estaba un poco más nervioso, porque la época de aficionado me quedaba más cerca, pero ahora lo vives de una forma más tranquila. Sí que es diferente porque yo tengo amigos que son socios, aficionados, y te rompen un poco más la cabeza, aunque en mi caso no puedo hacer nada", bromea. "El fútbol se vive con más pasión como aficionado que desde dentro, pero aquí lo sufres más. Cuando acaba el partido, la afición se va a casa. Aquí la derrota dura más. El viaje, el día siguiente, por la semana. Estando con los jugadores se pasa mal porque ellos, aunque a veces parezca que no, sienten mucho una derrota", añade el utillero celeste.
Edu ha vivido en primera persona grandes momentos, pero está convencido de que ninguna otra época supera a la actual. "Desde que yo estoy en elCelta, estos están siendo los mejores años. Incluso por encima de los de Europa", dice. "Todo el mundo me ha tratado muy bien siempre, pero el vestuario de los últimos años es espectacular. Ya desde hace seis o siete años. Es un gran grupo", añade Eduardo, para quien el Celta lo es todo. "En otras empresas, vas por la mañana, trabajas, te vas a casa y te olvidas. En mi caso al menos ha sido así. Aquí te llevas mucho a casa, preocupaciones y, cuando las cosas van bien, mucha motivación. Para mí y mi familia, mi mujer –que también trabaja en el club– y mis dos hijos, el Celta lo es todo", concluye.n

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